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das Mystische 2.1

CRITERIOS

Decía Hemingway que las corridas de toros le resultaban morales, dado que entendía que es moral lo que hace que uno se sienta bien, e inmoral lo que hace que uno se sienta mal. Añadía luego que no trataba de defender este criterio moral ante nadie, pero con él acudía, satisfecho, a los encierros y a los toros de San Fermín. Al margen de la moral y de la ética, los toros enfilan ahora Estafeta embistiendo las sombras de los corredores, mientras espectadores curiosos observan las artes del engaño y aprovechan una tregua para considerar el problema. ¿Acaso sufren estos –se preguntan- que amenazan a los mozos y que resbalan vacilantes en la curva de Mercaderes? ¿Puede hablarse de “derechos animales” y aplicarse este supuesto a un pelotón de aguerridos morlacos? El signo de los tiempos –piensan- deja trampas extrañas a lo largo del recorrido. La zancadilla es de primera y la fiesta no invita a ello; pero los hay que llevan tiempo trabajando en el dilema.

Los amigos de los animales, por ejemplo, opinan que no hay discusión posible: estamos ante una tortura (“nada repugna tanto al sentido moral como la tortura”, escribe Jesús Mosterín), el toro sufre como nosotros, tiene un sistema límbico muy parecido al nuestro, sus neurotransmisores bien podrían ser nuestros neurotransmisores, etcétera. Pero productos contradictorios generan efectos contradictorios entre animales (o no) contradictorios. Los criterios que se utilizan para evaluar el asunto pueden variar cuando se vinculan a circunstancias de aplicación concreta. Dónde y cuándo se sitúan los niveles de tortura no parece aclarar mucho las cosas. ¿Cuál es, según esto, el grado de sufrimiento aceptable para nuestras conciencias? ¿O es que pensamos renunciar también a determinados placeres gastronómicos? En cuanto a los defensores de la fiesta, tampoco lo tienen mucho más fácil. Se salvan –opinan algunos-, gracias al arte, la danza, la plasticidad pictórica, el valor del hombre, la nobleza del toro. Todo ello mezclado, eso sí, con una dosis exacta de sangre, dolor, crueldad y violencia.

La trampa, a lo largo del recorrido, nos acerca a cuestiones derivadas de los avances en el terreno de la genética. ¿Compartimos qué genes en un espacio idílico de parentesco genético? De ahí a la filosofía del Proyecto Gran Simio hay sólo un paso. Y ya lo ha dicho, oportuno, el profesor José Luis Pardo: “Considerar a las personas como animales no es más que la otra cara de considerar a los animales como personas”. Para concluir: “¡Cuánto daño has hecho, Walt Disney!”.

5 comentarios

Magda -

Totalmente de acuerdo contigo querido Enrique, hay también tortura a vacas, cerdos, conejos, en granjas industriales inmundas, en procesos industriales de alimentación y transporte, para acercar suculentos manjares a nuestra dieta alimenticia? ¿Por qué, cuando hablamos de tortura, nos acordamos únicamente del toreo? ¿Por qué no vegetarianos o algo así?

Todo maltrato tanto humano como de animalitos, reitero, me parece aberrante.

Muchos saludos.

Enrique -

Bien, estamos de acuerdo, al menos (al parecer), en lo que respecta a la tortura. A mí, que me quedo como un tonto viendo las corridas y los encierros, tampoco me agrada que torturen de esa manera a las reses. Vamos, no me gusta y me gusta, ya que en caso contrario no continuaría en ello. Pero, ¡ojo!, ser consecuente con este criterio quizás nos llevaría a replantearnos algunas cuestiones. ¿O acaso no se tortura a vacas, cerdos, conejos, en granjas industriales inmundas, en procesos industriales de alimentación y transporte, para acercar suculentos manjares a nuestra dieta alimenticia? ¿Por qué, cuando hablamos de tortura, nos acordamos únicamente del toreo? ¿Por qué no vegetarianos o algo así?

Pedro R.: en cuanto a la ironía de Pardo: que se planteen derechos a determinados animales (que, por otra parte, carecen de obligaciones), derechos que no disfrutan determinados seres humanos, no deja de tener su gracia. De ahí, quizá la ironia –en alguien, además, que no la prodiga gratuitamente.

Aconsejo, en estos temas (voy a dejar de lado a Peter Singer, “el adalid de la liberación animal”), la lectura de Victor Gomez-Pin, Catedrático de Filosofía de la Autónoma de Barcelona: “El hombre, un animal singular” y “La escuela más sobria de la vida”. El toreo, según Gomez-Pin.

En fin, en este tema (como en otros) me asaltan innumerables contradicciones.

Un abrazo a todos.

manolotel -

Yo creo que el tema del maltrato a los animales es efectivamente cuestión de estados. Cuando hay un estado de bienestar general es muy normal que se ponga el acento en el trato a los animales, o las plantas, o la naturaleza en general, agotados y aceptadoos ya los principios que hacen referencia al hombre como prioridad. En cambio en Burkina Faso las prioridades pasan por las necesidades básicas. Es progreso y hay que considerarlo como un avance de los valores morales. Hacer daño innecesario (incluso a los animales etc)es hacer mal.
Pero las comparaciones hacen aparecer estas consideraciones como amorales si hacemos la reflexión de lo poco que hacemos poe evitar el sufrimiento y la muerte de tantas personas en el mundo por falta de ayuda externa (o por exceso de depredadores externos).

En determinados niveles de supervivencia también se llega a tener un cariño muy especiala los animales de los cuales se depende pero no hasta el punto de darles un lugar en la mesa. Su estatus está muy por debajo a lo que algunas personas estiman en sus automóviles.
Por otra parte:
¿Es arte el toreo? ¿puede ser arte algo que causa la muerte?¿es necesario el arte como alimento espiritual?

Y hay otros matices.

Magda -

Querido Enrique, yo estoy totalmente con Mosterín: "nada repugna tanto al sentido moral como la tortura" (o con cualquier sentido: ético, de conciencia, de respeto por los seres vivos, etc.). No creo que sea el considerar a los animales como personas, sino simplemente como seres vivos, y además inocentes y que sufren al ser picoteados, asesinados y lastimados en extremo por toreros vestidos de luces que se sienten realizados por matar a un animal que no les ha hecho nada. Yo quisiera tener el poder de desaparecer esta disque "fiesta" (y todo maltrato tanto humano como de animalitos -indefensos, además, no se pueden defender de sus asesinos o torturadores).

Un abrazo para ti.

Pedro R -

J.L.Pardo. Qué fácil le fue reírse de todo lo que le pareció. Recuerdo ese artículo en Babelia. Recuerdo sobre todo que no aportó nada más que ironía y el típico desprecio que utilizan algunos profesores universitarios con aquellos que no utilizan los conceptos con (absoluta) precisión. Reconozco que hay muchos aspectos del proyecto que no me parecen acertados (un ejemplo, de tantos, es utilizar la base de la cercanía genética) pero me quedé con ganas de leer al tal Pardo algo acerca de qué le parecía el tercer postulado del proyecto. Justamente el de prohibir la tortura a estos animales. Creo que esto es defendible y extrapolable a todas las especies animales. Y casi habría que empezar por el toro.
Un saludo, Enrique.